Diario Los Andes, 01 septiembre 2024

- Tus novelas son de drama ¿Qué te atrae de este subgénero narrativo?
Me atrae experimentar emociones vibrantes, la belleza de las palabras en temas complejos y el lugar de comprensión en el que me estaciona. Si bien, nunca he pretendido escribir drama, siento que es la manera en como mi escritura se manifiesta. Lo mismo me sucede en mi preferencia con la lectura, me agrada el realismo, el inconsciente, todo lo que recae en la comprensión y el descubrimiento de nuevas perspectivas del ser humano. 

- En tu novela “Entre Silencios” manejas un drama entre un hijo y su madre
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
Con esta nueva publicación, encontré la libertad en mi oficio de escritora. Comprendí que no tenía que ser la voz de alguien para llevar a cabo una novela. Analicé mi alrededor y todo lo que he aprendido, adquirido y observado a mis treinta y un años. Ha sido satisfactorio saber, que absolutamente todo nuestro alrededor es material literario, cada persona, gesto y desenlace, es una puerta hacia la escritura. Me inspiré en la pintura, en mis preferencias literarias, personas de mi alrededor y, por supuesto, me apoderé de historias que no me pertenecen, pero que las sentí cercanas.

- Recorres el camino independiente como autora ¿es difícil?
Considero que cuando uno publica, debe de tener muy en claro, cuáles son sus pretensiones con la escritura. En mi caso, es el de poder seguir escribiendo y compartir mi trabajo. Esta nueva experiencia como autora y editora, ha sido muy tediosa, sobre todo la corrección del texto, pero no deja de ser muy satisfactoria. Saber que toda la responsabilidad recae sobre mí, es una experiencia muy grata. Nunca antes había sentido un trabajo tan propio, puesto que me he encargado hasta del diseño gráfico. No considero que sea difícil, solamente se necesita mucho más compromiso e indudablemente, ese compromiso, crea un lazo mucho más cercano, entre el autor y su obra.

- ¿Hay algún tema que se te dificultó al momento de escribir el libro? 
La novela narra la vida de Leandro desde su infancia, en medio de pinturas, caballetes, óleos y aguarrás. Vive con su madre y ella es pintora, sus recuerdos empiezan a tejerse bajo su sombra. Su madre tiene esquizofrenia, jamás se cuestionó si tenía o no, un padre y la manera en como se relaciona con las mujeres, recae en no poder hacerle frente a la soledad. Todos aquellos temas son parte de mi experiencia y vivencia con el arte, cada personaje pudo llevarme a un punto de comprensión impresionante. No considero que hayan sido temas difíciles, puesto que inconscientemente estuve analizándolos por muchos años y para consolidar alguna información, recurrí a abordar aquellos temas con personas de diferentes edades y, sobre todo, leí. Aunque escribir sobre la esquizofrenia, más que ser difícil, fue un tema sumamente complejo y doloroso.

- ¿Piensas que la novela refleja algunas situaciones reales que se viven en las familias?
Sí, refleja la importancia de reconocer y comprender nuestra propia historia. Que para poder vivir en tranquilidad, es necesario reconocer qué han hecho de nuestra infancia, de nuestros recuerdos, a quiénes hemos sujetado de las manos, dónde hemos aprendido y, sobre todo, quiénes fueron capaces de colocar un espejo frente a nosotros, para ayudarnos a reconocer nuestros aciertos y desgracias. Nuestra vida y acciones son un cúmulo de todas nuestras experiencias y ser inconscientes, puede hacer que vivamos en un círculo vicioso, que no nos lleva a ningún lado. Por otro lado, el silencio y la mentira en cualquier núcleo familiar, pueden hacer que cualquier integrante, viva con un miedo latente y con la incomprensión de una vida sin descifrar, por lo cual considero que es muy importante el diálogo y la honestidad.

ENTRE SILENCIOS (2024)

 pág. 23
«La única estrella que titila entre nosotros»
Mi madre despertaba súbitamente al filo de la noche y en el centro de su cerebro, unas voces cautivantes se abrían en un cuerpo a cuerpo: «Eres la peor mujer del universo y en tu ser, está impregnado el mayor de los pecados.»
Su mente ya la había traicionado, sus pupilas se dilataban y sus pulsaciones se agitaban como las alas de una gaviota, sobrevolando el inmenso mar. Cuando llegaba la calma, el sueño abandonaba su cuerpo, pues no existe la comodidad del sueño para una mente atormentada. Llevaba la sensación de que su propio cuerpo le fastidiaba. Trataba de rascarse, subía y bajaba sus manos por su cuerpo con rapidez y terminaba por levantarse de la cama. Caminaba descalza y se dirigía a su estudio, donde observaba uno a uno, los enormes lienzos reposando en los caballetes. Abría los óleos para disolverlos en el aguarrás. El olor característico llegaba hasta mi habitación; el silencio y la noche eran su mejor compañía, las mejores musas. Los pinceles bailaban con facilidad entre sus manos, observaba por la gran ventana que daba hacia la calle por algunos segundos, buscando distraer su mirada y volvía al gran lienzo para detenerse, comprender y expresar en aquella tela, todo lo que su ser gritaba.

NACE UNA NOVELA


El mejor consejo sobre la escritura. Lo recibí de Guillermo, cuando le comenté por WhatsApp que quería escribir una novela para presentarlo a un concurso nacional y no sabía sobre qué escribir. (Siempre he escrito motivada por la voz de algún protagonista).

Me respondió: “No tienes por qué esperar a nadie. Escribe sobre ti, sobre lo que sabes, sobre tu alrededor”.

Mi ser se desplomó sobre el sillón de color plomo rata. Mientras todavía sujetaba el celular en la mano. Mi memoria trajo a mi presente, a aquella presencia masculina que, por tres años, había tratado de deshilachar. La cuál no comprendía del todo y aunque su actuar, estaba muy relacionado al mundo artístico. Sabía que mi obsesión por comprender sus movimientos, podía llegar a su fin, al otorgarle un papel protagónico en una novela. Así, nació Leandro. Cuya sed, se aplaca considerablemente ante la presencia, la atención y la mirada femenina.

Observé mi alrededor, las paredes blancas, sujetan pinturas realizadas por mi hermana. Lo cierto, es que desde que tengo uso de razón, la pintura siempre me ha acompañado. Había realizado un curso de autorretrato en Barcelona y jamás, había contemplado por tantas horas, mi reflejo en el espejo. Reconocí mis facciones, aprendí sobre el lienzo en blanco, sobre los óleos, conocí el olor del aguarrás y cada presencia, me supo demasiado familiar. Anahí, es la mujer que nace de mi experiencia con la pintura, pero sabía que tenía que agregarle un detalle explosivo.

La locura ha bordeado mi escritura por muchos años, al ser una ferviente admiradora de Alejandra Pizarnik y por haberme instalado con facilidad en el descubrimiento del surrealismo. Hace años, escribí algunas frases que iban a darle vida a una novela sobre la esquizofrenia. Lamentablemente, me robaron la laptop. Perdí el avance de mi tesis universitaria y consigo, aquella novela, en que la tinta salpicaba incoherencia.

El plus de toda aquella situación, es que tenía un mes para escribir la novela. Entonces, hice lo que mejor sé hacer: obsesionarme. No dormí, contaba palabras todo el tiempo y aunque pude entrar en el ritmo de las palabras con facilidad, cometí muchos errores. Terminé escribiendo sobre mis miedos y todo lo que he aprendido a mis treinta y un años, pero había algo que no encajaba. Estaba escribiendo para complacer y bajo las normas de un concurso. Era como si yo misma, estuviera limitando mi escritura.

Felizmente y cómo era de esperar, no gané el concurso. Terminé tan asqueada de las palabras, que dejé la novela de lado. A las semanas, se la envié al escritor y amigo, Enrique Momigliano. Él siempre ha sido uno de mis referentes en la escritura y mi asombro, cae en la verdad de sus palabras. Amablemente me envió un video subrayando mis errores y alentándome, puesto que quedó fascinado por el personaje de Anahí y reconoció con facilidad, el actuar de Leandro.

Al mes, me enteré que la Editorial Caja Negra, en dónde había publicado “Rebecca”, era una farsa. Lo curioso, es que fue esa misma Editorial, la que me pidió publicar mi nuevo libro. Sentí cómo mis palabras se hicieron añicos. Mi anterior trabajo, no existe. Ha sido un golpe bajo, de esos que no le deseo a nadie. Volví al insomnio, a corregir mi nuevo libro, con la firmeza, de que publicaré mi novela independientemente y que mis diez años de experiencia, pueden ayudarme.

No sé, cuánto de oscuridad debe de asomarse para finalmente ver la luz. Ni cuántas puertas tienen que cerrarse para abrir la correcta. Lo único real, es que escribo y no puedo dejar de hacerlo.