CARTA PARA ANA

 

Querida Ana:

La ausencia es un espacio de reflexión, he tomado conciencia de que extraño tu sonrisa y el sin fin de secretos entre nosotras. A veces no puedo evitar recordarte con tristeza, al recordar tus manos sobre tu rostro y aquellas lágrimas que, al caer, se convertían en una huida sin retorno. Te mirabas al espejo sin encontrar ninguna explicación, buscabas en aquel reflejo un nombre, un signo, una herramienta, que te haga comprender que estabas sola y que llorabas por sentirte insuficiente, incluso; para ti misma.

El tiempo ha hecho su trabajo, sé que en ti hay un cambio. Que no temes pedir ayuda y que la soledad ha soltado tu mano. Deseo poder abrazarte, tenerte cerca y, sobre todo, pedirte perdón; por todas las veces que te dejé de lado, que te hice sentir pequeña, insignificante y hoy reconozco que, no fue más que mi miedo a no saber cómo repararte. Y si bien, fue la ausencia o los años; si pudiera volver el tiempo atrás, me hubiera quedado en silencio a tu lado, hasta que comprendas, que tus huesos jóvenes, la inexperiencia y aquella piel tersa estaban equivocadas, ese abrazo que tanto añorabas, estaba guardado dentro de ti misma.


DESEO

Un canto, como el de una sirena, que promete arrullarte para luego sumergirte en el mar y saciar, inmersos, la absurda sed.
Unos ojos turquesa, que a lo lejos parecen verdes, pero en mi mirada se disuelven en un celeste, marrón y verdoso acercamiento. Entrelaza mis manos en una unión llena de éxtasis. El movimiento rítmico me hace pensar que estoy reconociendo la pasión.

Sumergirme en esas aguas es adquirir el don que, junto a su compañía, me atrae como un imán cargado de deseos. Al que sé que no debo acercarme demasiado, porque podría ahogarme.

Sin embargo, el deseo es inquietante, lleno de ritmo, con esa voz que parece venir de otro mundo. Me sumerge en un sueño del que no necesito despertar, porque aquí estoy: temiendo a la nada y sintiéndolo todo.

Al encontrarme en la orilla, observo, a lo lejos, cómo su voz llega a otros cuerpos. Me pregunto si alguna vez, su canto fue solamente mío.