Amar la soledad intacta,
la que canta junto a los lirios,
la que se aferra a la tierra y la siente viva.
Un canto de amor a la vida,
de segundos perpetuando la existencia.
Maravilloso silencio que llena el alma y no la angustia,
que crea y confía,
que hace de la espera polvo inexistente,
porque no huye: atesora.
Se vive con amor, con los ojos abiertos,
con el mundo palpitando sobre pétalos
que brillan en un cuerpo llamado hogar.