"Cada pedazo de inocencia se lo obsequio a los pasos de la hora,
a las manijas de algún reloj,
a estos falanges obsesivos,
porque las manos son las moradas del amor,
la casa de las caricias.
Son esta voz triste que narra de penas,
de ilusiones,
de desencuentros
y que se apaga rítimicamente
sin los elogios de la razón."
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