"A veces me pregunto por qué me encuentro encerrada entre cuatro paredes
blancas, me he repetido muchas veces que soy libre, que llevo conmigo
suficiente material de encanto, que mi cuerpo es joven y mi mirada todavía
espera poder reconocerse algún día frente al espejo pero es muy difícil,
porque cada vez que me encuentro, soy una mujer distinta."
Hace dos años que estoy internada en el centro
psiquiátrico “Los Tiempos”, en la calle cuarenta y ocho de la Avenida
Primavera, se trata de una construcción antigua de tres plantas donde se protagonizan
los más desgarradores gritos, sonrisas eufóricas, caricias lejanas y mentes
silenciosas que han dejado en el olvido.
Me cuestiono con frecuencia si me encuentro en una cárcel llena de
comodidades o en medio de cuatro paredes blancas que pronto se convertirán en
el reino del olvido, pero eso sí, yo jamás lo podré gobernar.
Lo único que me diferencia de las demás personas es que tengo un sentido
adicional, es un sentido hecho de sueños, de espacio libre, que me envuelve en
el momento menos esperado; convirtiéndome en una dinamita de alto riesgo que
no se puede saber cuándo estallará y aunque no pueda llevar una vida normal en
confraternidad con mis delirios, agonizo porque lo único imponente en mí es
el rechazo.
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